Preocupaciones de hombres y mujeres respecto al sexo
El sexo es placer, diversión, juego. El sexo es una de las necesidades básicas que más podemos disfrutar satisfaciéndola. Sin embargo, las personas tendemos a tomarnos el sexo como una competición y a veces no disfrutamos como debemos. Nos auto-obligamos a "dar la talla", "cumplir", lo que conlleva a estar preocupados y finalmente no disfrutar de las relaciones en vez de dejarnos llevar.
¿Qué preocupa a los hombres?
1 - El tamaño del pene. Y no porque el chico en cuestión lo tenga pequeño, sino más bien porque le entra inseguridad al conocer que las mujeres "lo prefieren grande".
2 - El gatillazo o que no se ponga erecta. Precisamente el hecho de pensar en que "no daré la talla" o "no la tengo lo suficiente erecta", conduce al bajonazo de erección.
3 - La eyaculación precoz, ese otro gran trauma que se retroalimenta al pensar "no puedo más, me voy a correr". Hay que dejar al cuerpo que fluya y poco a poco mejorando las "técnicas" para alcanzar una satisfacción plena sin obsesiones.
4 - No ser capaz de satisfacer a la chica. También está bastante extendida en los hombres esta "neura", el miedo a no acertar con los puntos clave para volver loca a una chica en la cama. Algo tan sencillo de llevar a cabo con comunicación fluida.
¿Qué preocupa a las mujeres?
1 - El tamaño del pecho. Esta preocupación es más notable en las mujeres que el tamaño del pene en los hombres. A ellos, generalmente, les gustan grandes, o ellas creen que así es. Pero para gustos, tamaños de pecho, importa más lo bien puestos que estén que su tamaño. Y si tienes dudas... háblalo con él.
2 - El deseo sexual reprimido. Aún hay mujeres que arrastran tabúes y les supone un problema a la hora de vivir plenamente el sexo y exteriorizar su placer.
3 - Falta de deseo o dificultad para llegar al orgasmo.
La mayoría de nuestras preocupaciones, tanto de chicos como de chicas, son con respecto al otro por asuntos que realmente no le preocupan, sino no estaría con nosotr@s (léase el tamaño del pecho/pene). ¿Por qué no nos centramos más en disfrutar y que el placer vaya fluyendo?