Facesitting: el asiento más placentero
El Facesitting (en español "sentarse en la cara") es una práctica sexual en la que la mujer se sienta sobre la cabeza del hombre de forma frontal o inversa respecto a su cara, para permitir o forzar el sexo oral con su vagina o ano. Esta práctica es muy utilizada dentro del BDSM, en las relaciones de dominación/sumisión, por el poder y placer sexual que le otorga a la ama.
Hay varias modalidades dentro del facesitting:
- El facesitting puro es con la mujer literalmente sentada en la cara del hombre, apoyando el culo sobre la misma.
- Otra opción más suave es no sentarse del todo, y sólo apoyarse o ponerse encima sin hacer fuerza sobre la cara del hombre.
- La última opción es que la mujer se mantenga de pie situando su entrepierna junto a la cara del hombre, que puede permanecer arrodillado o acostado, según el lugar donde se realice la práctica.
El origen del facesitting es bastante antiguo. Hace siglos, en Persia ya se fabricaban unas sillas especiales para practicarlo. En Europa también existían mujeres de posiciones sociales altas que utilizaban a sus sirvientes para su propio placer escondiéndolos bajo su falda. También en el Antiguo Oriente las clases nobles solían tener un sirviente de lengua larga para complacer a sus amos, incluso en presencia de otros invitados.
Actualmente, y fuera incluso del BDSM, el facesitting se practica entre las parejas (también entre mujeres) mucho más de lo que se puede pensar en un principio. A muchos hombres les resulta muy excitante el hecho tener a una mujer sentada en su cara, notando el olor característico de su zona genital, sentirse atrapado entre sus piernas y notar cómo logran excitarla a través de su habilidad con el sexo oral. A la mujer, por su parte, le encanta sentirse dueña de la situación y del hombre, que pasa a convertirse en su esclavo sexual. La sensación de atrapar al hombre entre sus nalgas y notar su boca en contacto directo con su vagina resulta para muchas de ellas muy placentero.
Para llevar a cabo esta práctica de la mejor forma posible, es necesario que el hombre tenga muy claro su papel. Debe ofrecer su boca, nariz o lengua para cualquier tipo de juego o estimulación que en esos momentos requiera la mujer. La mujer debe sentarse con delicadeza y asegurarse de que el hombre pueda respirar bien. Sus movimientos no deben ser bruscos, ya que podría hacerle daño, por lo que tendrá que mover las caderas y nalgas con cierta destreza. No obstante, ambos miembros de la pareja deben saber muy bien dónde se encuentran sus límites, así como recordar que el facesitting es un juego erótico cuya meta final, como siempre, es el placer.